ANTONIO REBOLLO, EL ARQUERO QUE INICIÓ LOS JUEGOS DE BARCELONA 92: “NUNCA TUVE MIEDO DE QUE ALGO FALLARA”
En la retina de los espectadores de la máxima competición deportiva mundial que son unos Juegos Olímpicos quedan momentos, muchos momentos, del deporte en sí. También se recuerdan en ocasiones instantes para la eternidad del tremendo show que suponen las ceremonias de inauguración, pero en Barcelona 92 como en ninguna otra cita olímpica se produjo un momento mágico, dentro de esa ceremonia de inauguración, que causó sensación en su día, imitación después, y admiración aún hoy: el originalísimo y arriesgado encendido del pebetero. Y para protagonizarlo se eligió a un paratleta de gran nivel. Tenía que serlo para confiar en él y cargar el peso de uno de los momentos más recordados de esos Juegos y de la historia olímpica. Todos sabemos su nombre, desconocido hasta ese mismo día, pese a que ya por aquel entonces había cosechado dos medallas en Juegos Paralímpicos (a las que habría que añadir otra lograda en esos Juegos de la capital catalana).
En el momento en que se publica esto se cumplen exactamente 25 años de aquel momento mágico, irrepetible, por mucho que lo hayan intentado copiar. Preferimos pensar que fue motivo de inspiración. Historias de los Juegos habló con el protagonista, Antonio Rebollo, arquero madrileño al que acudió la organización de Barcelona 92 meses antes del pistoletazo de salida de sus Juegos: “Un año y pico antes de los Juegos me manifestaron en Madrid la posibilidad de hacer unas pruebas para esto. Tenía por entonces ya varias medallas paralímpicas, también medallas de absoluto porque yo pertenecía al equipo nacional de absoluto y al paralímpico, osea que hacía competiciones dobles. Todo eso de alguna manera tuvo que ver para ser elegido. Según me han manifestado ahora – que son cosas que me he ido enterando-, ya pensaron al ponerse en contacto con José Carlos Mallorquí (el presidente que teníamos entonces) pidiéndole que les contestara en un par de días y él, de acuerdo a los requerimientos de la organización de que fuera un arquero paralímpico, que fuera bueno, etc. dijo “Antonio Rebollo”. Aunque hubo otros arqueros del equipo, pero finalmente yo tuve la suerte de ser el elegido”.
Porque Antonio Rebollo era –como se demostró finalmente- la mejor elección. Eso pese a que hasta un par de horas antes de la ceremonia se llegó a dudar sobre si el madrileño tendría el honor de lanzar esa flecha o lo haría el campeón de Cataluña, Joan Bozzo, que llegó a entrenarse para el evento, pero no tanto tiempo como Rebollo: “Había un compañero que pusieron para hacer las pruebas seis meses antes por si me pasaba algo a mí. Él, lógicamente, no tenía ni la experiencia ni la práctica que tenía yo. Era un arquero de Cataluña, pero no era lo mismo. Yo no tuve nunca jamás fallos de ningún tipo y por eso, posiblemente, es por lo que me eligieran también”, nos contó el arquero. Y aprovecha para dejar claro un punto. “No hubo ni un fallo en los ensayos previos. Ni uno, nunca, jamás”.
Remontándonos meses antes del momento, Antonio Rebollo se puso a practicar entre semana en Madrid y los fines de semana, durante unos meses, en Montjuïc, teniendo que desplazarse por tanto a Barcelona durante ese tiempo, y eso que ni antes ni durante ni después el arquero recibió compensación económica alguna. Rebollo practicaba, pero sin conocer exactamente los detalles de su actuación, aunque tuvo que guardar silencio sobre sus actividad a todo el mundo: “Durante todo ese tiempo no pude decir nada de nada a nadie, pero fue algo sabido porque durante un año y medio yendo a hacer prácticas a Montjuïc, se juntaban los autocares para ver a un loco tirando flechas allí arriba. Era un secreto a voces”. Un secreto a voces que “un loco”, como le gusta denominarse, se pasaba los fines de semana allí tirando flechas, pero sin saber bien cómo sería su misión. Lo curioso es que se enteró por la Prensa, informada antes que el propio protagonista sobre todos los detalles: “Los detalles de cómo iba a ser yo los conocí cuando “El Periódico” de Barcelona sacó un artículo a página completa donde había un dibujo y ahí se especificaba todo, todo: el estadio, dónde estaba el arquero…Ese artículo salió un par de meses antes de la inauguración. Hasta entonces yo no tenía ni idea de los detalles”.
Mucho se ha hablado sobre si en realidad fue un truco, un efecto visual. Rebollo habría lanzado una flecha en llamas sí, pero sin tener por qué acertar en el centro del pebetero. El arquero niega que haya truco, aunque fundamental sería la labor del encargado en encender el gas del pebetero, sobre el cual volaría la flecha en llamas lanzada por Rebollo que, para evitar peligros mayores, estaba previsto que volara por encima hasta acabar en la calle, detrás del estadio. Pero realizar eso también era complicado y arriesgado. Muchas, muchísimas cosas podían fallar y, de esta manera, iniciarse unos Juegos Olímpicos siendo el hazmerreír de todo el mundo. Pero la sangre fría de Rebollo ayudaría a que todo saliera a la perfección: “Nunca tuve miedo de que algo fallara. Una vez terminado, que ya sabes que lo que has hecho es lo que tenías que hacer, no tenías dudas. No tuve nervios antes del hecho. Si ya me empiezo a poner nervioso y a ponerme peros antes de, no hubiera salido bien. Hasta que no lo hice no lo supe, pero una vez que lo haces sabes que todo ha llegado a su fin por seguir el procedimiento que estábamos teniendo”. Bien pudo ayudar a que todo saliera bien la incuestionable ayuda del propio arquero, con sus conocimientos técnicos, para calibrar un arco y una flecha que iba a ser disparada a una distancia inusual. Durante esos meses, Antonio Rebollo le daba consejos técnicos al constructor de las herramientas.
Es indudable que el nombre de Antonio Rebollo irá eternamente unido al de Barcelona 92, aunque al arquero le pese que no se le hayan valorado en su justa medida sus méritos deportivos en varias ediciones de Juegos Paralímpicos: “Le debo a Barcelona 92 en sí el hecho de que hoy en día se me siga conociendo. También me hubiera gustado que me recordaran un poco por mis éxitos deportivos. He estado en cuatro Juegos Paralímpicos. Indudablemente Barcelona 92 es algo que se sigue recordando. Una vez que tiré la flecha ya nadie se acordaba de que había tenido medallas”. Será algo que le acompañará el resto de su vida. Se convirtió en uno de los héroes de esos Juegos, en una figura tan recordada como los Fermín Cacho, el Dream Team, etc. Y todo porque a alguien ingenioso se le ocurrió esa curiosa e insólita forma de encender el pebetero olímpico. Como reconoce el arquero madrileño “al que se le ocurrió lo de la flecha se la jugó pero bien, poner en manos de un loco un arco y una flecha y que hiciera pasar aquello”.