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LA TREGUA OLÍMPICA EN LOS JUEGOS MODERNOS

Es conocido por todos el concepto de la tregua olímpica. Con origen en la antigua Grecia, ha sido aplicado también en los Juegos Olímpicos modernos, con mayor o menor éxito, pero pocos saben que su restauración moderna se debió al conflicto en la antigua Yugoslavia. Repasemos primero cómo nació la tregua olímpica. El término que se empleaba en la antigua Grecia se llamaba ekejería ἐκεχερία  Durante ese periodo se paralizaban las guerras para que los atletas pudieran participar en Olimpia – que era considerada territorio neutral-, en sus Juegos Olímpicos. De esta manera podrían tomar parte en los Juegos también los guerreros que estuvieran combatiendo.

Si pensabas que la tregua olímpica estuvo presente en todas las citas modernas estarás en un error. Pese a que se intentó implementar ya en los Juegos de Melbourne de 1956 tras la invasión soviética de Budapest y que tantas tensiones y conflictos produjo cada vez que se enfrentaban deportistas de la URSS y de Hungría, como en el famoso “Baño sangriento” de waterpolo, no salió a la luz como un verdadero intento hasta los años 90 del pasado siglo, a raíz de la guerra de los Balcanes. Con motivo de la celebración de los Juegos de Barcelona 92 la Sesión del Comité Olímpico Internacional celebrada el 21 de julio de ese año pide por primera vez a los estados participantes mantener una tregua olímpica. Se elaboró un documento dirigido a todo tipo de organizaciones internacionales (entre las cuales estaban la Unión Europea o la UNESCO, por citar sólo dos) con el fin de que se respetara un cese de las hostilidades en todos los territorios en conflicto. El hecho de que se pusiera quizá un mayor empeño con motivo de la guerra en Yugoslavia puede tener que ver en que muy pocos años antes, en 1984, la zona de guerra había albergado unos Juegos Olímpicos, en concreto los de Invierno en Sarajevo. El COI no se limitó a sellar un mero papel lleno de intenciones, sino que puso manos a la obra y concretizó ayudas a la olímpica ciudad de Sarajevo, en pleno asedio. Financió el envío de tres camiones con 64 toneladas de alimentos y productos de primera necesidad.

Pero el concepto de tregua olímpica cobró un nuevo vigor cuando se acercaron los Juegos de Invierno de Lillehammer de 1994. Ya el año anterior se realizó un nuevo llamamiento oficial para que se respetara la tregua. No en vano la ONU había declarado 1994 como el “Año Internacional del Deporte y del Ideal Olímpico”, coincidiendo con el centenario de la creación del COI. La tregua olímpica es al fin y al cabo un cumplimiento de otro de los ideales del movimiento olímpico. Juan Antonio Samaranch, el gran artífice en la introducción de este concepto, siempre declaró sentirse particularmente satisfecho de haber dejado este legado. “Solo por esta iniciativa ya doy por buenos los años de mi presidencia”, llegó a declarar. Y es que el por entonces presidente del COI se involucró mucho en poner en marcha y en hacer cumplir la tregua olímpica.

Las propias Naciones Unidas respaldaron la instauración de la tregua olímpica en 1993 a instancias del COI. En su 48ª Sesión, celebrada el 25 de octubre de ese año, aprobaron la resolución “Observancia de la tregua olímpica”. El COI ya contaba, pues, con el apoyo del máximo organismo internacional. Ya había conseguido previamente el de los Comités Olímpicos Nacionales y los Federaciones Internacionales. Samaranch se dispuso a luchar por la tregua olímpica, una de sus “creaciones” más queridas. Lo hizo viajando por todo el mundo entrevistándose con jefes de Estado. El objetivo principal era conseguir una efectiva tregua durante los inmediatos Juegos de Lillehammer, que coincidieron con los momentos más crudos de la guerra de los Balcanes. Samaranch no quiso olvidarse de Sarajevo en el discurso inaugural de Lillehammer, pidiendo expresamente el cese de los combates. Acabó el discurso, que en teoría debía haberse dedicado a la ciudad noruega, con un recuerdo a la capital bosnia: “Drago Sarajevo, querida Sarajevo, no te olvidamos. Seguiremos apoyándote”.

En medio de la celebración de los Juegos partió para la ciudad bosnia, acompañado por numerosas personalidades del deporte -entre las que se encontraba Jacques Rogge-, con el fin de llevar ayuda material (1.500 kilos de alimentos) pero sobre todo apoyo moral para una ciudad que sólo un decenio antes había albergado unos Juegos Olímpicos. Allí el séquito del COI hizo llegar la solidaridad a la población en nombre del movimiento olímpico. Visitó las antiguas instalaciones olímpicas, ya destrozadas o con uso militar.

El otro gran momento de impulso de la tregua olímpica tuvo lugar en el año 2000, mediante dos hechos relevantes: por una parte la creación por parte del COI y del Gobierno de Grecia de la Fundación para la Tregua Olímpica, así como del Centro Internacional de la Tregua Olímpica, con sede en Olimpia y Atenas. El fin obvio era la promoción de la paz unida al deporte. Por otra parte, ese mismo año tiene lugar la Cumbre del Milenio en las Naciones Unidas, que instaba a todos los estados a respetar la tregua olímpica “en el presente y en el futuro”. La humana aspiración ha ido diluyéndose con el paso de los años y hoy en día pocos esperan que se cumpla por parte de todos los estados en conflicto. El COI siempre e invariablemente apela a la tregua olímpica en cada edición, pero no es respetada tristemente en muchas ocasiones.

Finalmente hay que mencionar que la introducción de este concepto levantó en su momento serios rumores de concesión del Premio Nobel de la Paz a Juan Antonio Samaranch, aunque él manifestó preferir un premio al COI en general. Se dice que el premio se malogró cuando el COI contrató a una empresa de relaciones públicas para que realizase una campaña de promoción del máximo organismo deportivo de cara a la adjudicación del prestigioso premio, cosa que no gustó en la sede del Instituto Nobel. En cualquier caso el concepto de tregua olímpica ya está ampliamente asumido y aceptado por todos, aunque no siempre respetado. Las bases están puestas.

Samaranch visitando el antiguo complejo olímpico de Sarajevo en 1994 Foto de Getty Images

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