ANNA CAPPELLINI & LUCA LANOTTE: “ESTAMOS DETERMINADOS EN LLEGAR A SER CAMPEONES”
Estuvimos charlando con la mejor pareja de danza actual italiana: Anna Cappellini y Luca Lanotte, recientes medallistas tanto en el Europeo de Bratislava como en la final del Grand Prix de Barcelona. Fueron considerados en sus comienzos por su Federación Nacional como “el mejor producto que haya dado la danza italiana a la historia del patinaje”, siendo un país con tradición en esta categoría. A cambio de la confianza mostrada, como afirma Anna: “Lo hemos dado todo”. La patinadora añade: “Empezamos a patinar muy en serio, con el objetivo de llegar alto. Sabíamos desde un principio de ser voluntariosos, apasionados, determinados en llegar a ser campeones”. Aún no han conseguido ser medallistas olímpicos, su gran objetivo sobre el que están muy determinados a cumplir en Pyeongchang: “Iremos para optar por una medalla. Estamos ya trabajando para llegar allí en condiciones de estar entre los mejores. Los próximos dos años serán vitales para conocer nuestras expectativas. Es lo que nos falta. Aunque no tenemos la ansiedad de un título, pero queremos intentarlo porque sentimos que tenemos la posibilidad de conseguirlo”, prosigue Cappellini en la entrevista con Historias de los Juegos.
La pareja ya cuenta con dos experiencias olímpicas a sus espaldas, que ambos diferencian con claridad, ganando en sus corazones la más reciente de Sochi 2014: “Nuestra primera experiencia [en Vancouver 2010] para mí –nos cuenta Anna– fue más divertida porque éramos la segunda pareja italiana, así que se trataba más que nada de vivir la experiencia olímpica, la maravilla de decir “¡Ah, estamos en unas Olimpiadas!”. No teníamos grandes expectativas alli y también fue más corta porque no hubo la competición por equipos. Cada competición en unos Juegos puede llegar a ser muy estresante”.
Sochi, pese a reportarles mejores recuerdos, les pareció una experiencia larga en demasía. Anna y Luca discuten sobre la cantidad de días que estuvieron, 21 según ella, dos semanas, según él. En cualquier caso, para el elemento femenino del tándem fue particularmente pesado: “En Sochi fue larguísimo porque a la competición y entrenamientos hay que añadir todas las horas que lleva la peluquería y el maquillaje, unas dos veces al día. Me sentía siempre como un cachorrito que va a un show a exhibirse y me parecía que nunca iba a llegar la verdadera competición. Cuando por fin llegó fue una alegría: “¡Qué maravilla competir ya!”. Luca interviene: “A mí me gustó más Sochi. En primer lugar por el tiempo. La organización era óptima. También me encantó lo de que nos ofrecieran bicicletas, parecía eso un campamento de verano. Además todo estaba cerca y se llegaba enseguida con una línea de autobús que unía todas las sedes. Me parece una organización perfecta salir de tu habitación y casi enfrente tener la pista de competición”. En el aspecto deportivo, Lanotte apunta: “Allí éramos conscientes de que estábamos entre las parejas que tenían al alcance un tercer puesto, sabiendo que los primeros dos eran bastante intocables, ya que estaban en otro nivel. Así que estábamos ahí, preparados para competir por una medalla. Nunca se sabe lo que otros harán, pero tú estás preparado y eres fuerte y…nunca se sabe. Y en la competición por equipos acabamos cuartos, que es un puesto durísimo, pero forma parte del deporte”.
Cappellini sintió como muy diferentes sus vivencias en las dos Olimpiadas vividas: “En Sochi tenía mayores expectativas de resultado, así que no me dedicaba a dar vueltas por la villa olímpica y divertirme. En Vancouver sí que tuve algo de ocasión de visitar la ciudad, pero cuando viajas con un resultado in mente estás más concentrado. Aunque cueste, tienes que cerrar tu mente a todas las cosas bonitas que hay a tu alrededor. En Sochi no teníamos a priori una certeza de ser medallistas, pero sabíamos de ser fuertes y éramos capaces de luchar”. Pese a ello, su pareja en la pista de hielo afirma “no haber sentido ninguna presión en Sochi. Es más, fue la que disputé con una mayor tranquilidad, ya que estábamos tan habituados a estar allí que era casi como patinar en casa, tras dos semanas entrenándonos allí. Ya habíamos hecho programas enteros en la pista olímpica, aposta para dejar fuera el estrés”.
Ambos patinadores destacan el magnífico ambiente vivido en la villa olímpica, especialmente en Sochi. Luca nos cuenta cómo la vivieron: “Estábamos junto a los patinadores de velocidad. A los esquiadores casi no les veíamos porque estaban alojados en la montaña. Hemos aprovechado para conocer nuestros respectivos deportes; veíamos las carreras ante la tele y los patinadores nos explicaban cómo funcionaba y, al contrario, nosotros les explicábamos a ellos el artístico. Ellos nos solían decir que estábamos locos al hacer lo que hacíamos porque se dieron cuenta de que nuestra especialidad es dificilísima y basadas en cosas más sutiles. Yo aproveché a ir a ver la primera final de mi vida de short-track junto a ellos y me encantó”. Aunque no se quedaron a las fiestas porque se marcharon en cuanto acabaron con su programa libre que les daría un sexto puesto final, ambos guardan muy buenos recuerdos del ambiente vivido en la “modesta”, como califica Luca, Casa Italia de Sochi, a la que acudían cada vez que un italiano conseguía medalla y de la que Anna se lleva “una de las mejores cenas que he tenido en mi vida”.
Un apunte final sobre lo que ya está ofreciendo este difícil deporte tras el cambio en el sistema de puntuación. Anna Cappellini da con el quid de la cuestión: “El nuevo sistema de puntuación ha destruido en parte la dinámica previa imperante en que había que esperar a que se retirara una pareja de éxito para ascender un puesto. Ahora si lo haces bien, coges puntos, si lo haces mal, no. Los franceses [Gabriella Papadakis y Guillaume Cizeron] el año pasado han demostrado que pueden pasar de un 14º puesto a un 1º de un año para otro, así que en realidad tienes que estar siempre atento a quien está a tus espaldas, pero es mejor, porque si lo haces bien acabas alto”.