MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 16: EL SORPRESIVO ORO POLACO DE VOLEIBOL EN MONTREAL 76
Los Juegos Olímpicos de Montreal 76 parecían estar abocados a un claro vencedor en la categoría masculina de voleibol: la poderosa Unión Soviética que, sin embargo, había cedido en el campeonato mundial anterior ante Polonia. No obstante, y pese a ser Polonia la vigente campeona mundial, todos veían –de lejos- a los soviéticos como grandes dominadores. Tras el Mundial de 1974 ya la URSS se había tomado su revancha al año siguiente venciendo en el potente campeonato Europeo.
En Montreal se jugaba mediante un sistema consistente en dos grupos de cinco equipos. Ambos equipos finalistas no tuvieron que encontrarse las caras en esa primera fase y los dos acabaron primeros de grupo. No obstante, la superioridad soviética se vio aplastante. Además tuvieron que jugar un partido menos al renunciar Egipto por boicot de los países africanos por la presencia en Montreal de la Sudáfrica del apartheid. Sí, Polonia también había ganado todos sus partidos, pero en todos y cada uno de los casos había ido cediendo sets, no consiguiendo ningún cero en contra. Es más, en sus partidos contra Corea del Sur y Cuba de la primera fase llegó a ir perdiendo por 2-0. Trabado recorrido, pues, de los entonces campeones mundiales.
En semifinales los polacos lo pasaron mal con Japón, país de tradición en este deporte hasta el punto de haber conseguido hasta entonces medalla en cada uno de los Juegos disputados (bronce en Tokio 64, primer año del voleibol en las Olimpiadas; plata en Méjico 68 y por fin oro en Múnich 72). Los europeos tuvieron que llegar a los cinco sets para poder derrotar a la potencia asiática. Los soviéticos, por su parte, con un palmarés olímpico asombroso (oro en las dos primeras participaciones y bronce en la más reciente) ganaron a Cuba con un fácil 3-0.
Con estos resultados el carácter de favorito de la URSS aumentaba a pasos agigantados. Sí, de acuerdo, Polonia no era una sorpresa pero ningún entendido daba un duro por que pudiera batir a la imparable Unión Soviética. El Forum de Montreal estaba abarrotado con 15.602 espectadores, los cuales se habían ido apasionando a este deporte (quasi desconocido para el público canadiense) según iba avanzando el torneo. Pocos de ellos pensaban que les esperaba una larga final que duraría dos horas y media (los tanteos de esa época cerraban los sets a los quince puntos, a diferencia de los veintiuno actuales).
Entre los soviéticos destacaba Vyacheslav Zaytsev, así como Alexander Savin o Vladimir Chernyshev. Los polacos parecían tener como hándicap el haber jugado muchos más minutos y sets que sus rivales (22 sets frente a los 12 de los soviéticos). Sin embargo, la capacidad de aguante físico de los polacos fue un aspecto que sería clave en el resultado final.
El primer set de la final no fue una sorpresa: 15-11 para los soviéticos. Polonia ya “avisó” en el segundo, al ganarlo por la mínima: 15-13. La URSS vuelve a poner las cosas en su sitio venciendo en el tercero por 15-12, pero los polacos lograrían empatar el encuentro no sin mucho esfuerzo, pues tuvieron que llegar hasta los 19 puntos para conseguir doblegar a su oponente. Se llegaba, por tanto, a un quinto y decisivo set, algo que ya de por sí nadie esperaba. Los favoritos, desfondados, perdieron en él claramente por un 15-7. Los vencedores, dirigidos desde el banquillo por Hubert Wagner, habían desplegado su mayor baza en el juego: la inventiva. Fue, en definitiva, un resultado inesperado de esos que hacen historia y dejan en semi shock a los espectadores. Emoción en cinco sets en una final que no desmereció un torneo que resultó ser todo un éxito de público.