DECIR STEVE REDGRAVE ES DECIR LEYENDA DEL REMO OLÍMPICO
Decir Steve Redgrave –perdón, Sir Steve Redgrave- es nombrar EL remo británico y el Olimpismo inglés por excelencia. Es la mayor leyenda olímpica de esa potencia europea, habiendo ganado oros en cinco Olimpiadas consecutivas (a las que hay que sumar un bronce). Ningún compatriota suyo ganó tanto. Es tal el prestigio que produce tan solo pronunciar su nombre en el Reino Unido que, si se nombra, inmediatamente el oyente sabrá que nos estamos refiriendo o bien a un talentosísimo y exitoso remero o bien a un hombre dedicado, ya retirado de la práctica deportiva, a múltiples causas benéficas y entregado al deporte británico en general, ahora en su papel –entre otros- de vicepresidente de la British Olympic Association.
Y eso que Redgrave no lo tuvo fácil en sus comienzos, pues el deporte que escogió –remo- es considerado elitista en su país, donde prácticamente sólo llegan a lo más alto los remeros educados en Oxbridge (término que designa a las universidades de Oxford y Cambridge). No era el caso de Steve, hijo de un albañil y una conductora de autobús. Pero el talento deportivo de Steve era tan desbordante –ha completado maratones años después de su retirada, se dedicó al piragüismo con ya 50 años cumplidos, incluso ha tocado el palo del bobsleigh- que de haberlo dejado pasar, su país habría desperdiciado al mayor de sus deportistas olímpicos.
Recitar sus logros deportivos llevaría mucho espacio. Nos limitaremos a centrar su mérito más grande y sorprendente: ganar oro olímpico –el de Sidney 2000- tres años después de que se le detectara diabetes tipo 2. No es baladí sufrir esa enfermedad, que Steve Redgrave ha demostrado con el ejemplo puede compaginarse con una vida normal. Con una vida normal sí, pero es que hay que recordar que un deportista de élite, máxime si se trata de un campeonísimo como él y, por ende, de un deporte como el remo con una altísima exigencia física y alimenticia. Fue en noviembre de 1997 cuando se le diagnosticó la enfermedad. Todo parecía indicar que debería dejar de competir a su nivel, con lo cual perdería la oportunidad de lograr el récord británico de ganar el oro en cinco Juegos Olímpicos consecutivos. Pero un gran campeón está hecho de una pasta especial, como hemos podido ir comprobando leyendo sobre estas leyendas deportivas. El inglés cambió su dieta, muy exigente en calorías, pero notó que no tendría la suficiente energía como para entrenar al ritmo requerido. Los médicos decidieron que podría volver a su dieta habitual. Tras su éxito en Sidney confesarían que Redgrave había sido afortunado, pues desconfiaban muy mucho del resultado final. El propio campeón, a su vez, declararía: “Tienes que hacer cambios radicales cuando descubres que tienes diabetes pero no por ello has de dejar de perseguir tus sueños”.
Ya retirado tras sus quintos Juegos, el veneno de la competición podía con este remero inglés y se planteó un regreso –había nacido en 1962, no lo olvidemos- a lo grande para participar en Atenas 2004. Y eso que la dureza de su deporte le había hecho afirmar tras la prueba de Atlanta 96 cuando, lleno de calambres, dijo “Si me volvéis a ver en un bote, disparadme”. Tanta es la dureza de este deporte, que pudo en ese momento con la fuerza de voluntad de alguien que ahora se dedica, entre otras cosas, a ser un motivador.
Steve Redgrave ya no tiene que dar paladas en un bote, pero se encarga –honoraria o realmente- de numerosas instituciones, fundaciones, competiciones de remo (como ser presidente de la prestigiosísima regata Henley, primer no Oxbridge que lo detenta).
Su legado es enorme. De hecho, se considera que hay un pre- y un post-Redgrave en el remo británico. Su carácter motivador ha servido de inspiración a remeros a cuyo lado remó, así como a equipaciones posteriores, claramente inspirados por su esfuerzo. Otro dato que indica el respeto que se ha ganado: en 2002 una encuesta realizada por la BBC le colocaba como el 36º británico más admirado de toda la Historia de su país. Son palabras mayores. Dos veces abanderado de su país en sendos JJ.OO. –honor insólito a todas luces- , uno de los encargado de introducir la antorcha olímpica en el estadio de Londres durante su ceremonia de apertura en los Juegos de 2012, reconocido públicamente por el COI en la persona de Juan Antonio Samaranch por sus logros olímpicos, nombrado Personalidad deportiva por sus logros a lo largo de su carrera deportiva por la BBC, en fin, una sucesión de galardones de una personalidad que supo triunfar a lo grande en sus momentos deportivos y ha canalizado de la mejor de las maneras el prestigio ganado en las aguas de remo. Los seis libros (con títulos tan reveladores como “Puedes vencer en la vida”) que ha escrito solo o a cuatro manos ponen sobre el papel el elemento inspirador que siempre ha desprendido este gran campeón.