MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 12: EL SALTO ILEGAL DE SURYA BONALY EN LA FINAL DE PATINAJE DE NAGANO
La final femenina de patinaje en Nagano 98 iba a presentar un claro duelo entre dos estadounidenses: la siempre elegante y grácil Michelle Kwan y la nueva estrella emergente, Tara Lipinski, de tan solo 15 años. Ambas se venían batiendo en las duras pruebas locales de su país, los denominados trials. Kwan venía de ganar el último Mundial, una vez retirada su mayor contendiente, su compatriota Nancy Kerrigan. La púber Lipinski sólo había alcanzado el 15º puesto en su primer Mundial, el de 1996, pero al año siguiente, el anterior a los Juegos de Nagano, derrotó a Kwan en el campeonato nacional. Ya en 1998 Kwan había vuelto a tomar la supremacía sobre Lipinski, lo que la convertía en la favorita para los Juegos.
Michelle comenzó ganando el programa corto. Tenía todo para ganar la competición si ganaba también el libre, o bien se colocaba por encima de Lipinski en el mismo, o bien la rusa Marya Butyrskaya, colocada tercera, no ganaba el libre. Kwan realizó un sólido programa libre. Su compatriota patinaría la última. Logró siete saltos triples sin problemas, igual que había hecho Kwan, pero Tara añadiría dos combinaciones con dos saltos triples. El oro era para la jovencísima patinadora, mejor puntuada técnicamente que Kwan. Sería el oro más joven dado nunca.
Pero este artículo no va –aunque lo parezca- de la lucha encarnizada por el oro entre las dos norteamericanas, sino sobre la patinadora que acabaría en el décimo puesto: la francesa Surya Bonaly. ¿Por qué merece Bonaly que escribamos sobre ella? Lejos de ser una patinadora mediocre, lo que fue Surya es ser una rebelde, destacada por su condición física, sus trajes un tanto estrambóticos –fuera claramente de la línea clásica de colores pastel- y, sobre todo, una potente saltadora reina del salto hacia atrás.
Un salto hacia atrás que fue su aportación más destacada precisamente a la final olímpica de Nagano. Surya había quedado demasiado relegada tras el programa corto. No tenía, pues, mucho que perder, así que en el largo sorprendió a todos realizando un salto hacia atrás en lugar del triple que tenía anunciado. Hay que destacar que ese tipo de salto estaba – y está- totalmente prohibido por el código, debido al peligro que comporta si se cae mal, más peligroso aún que cualquier otro salto. La ilegalidad de Surya, sin embargo, no le comportó la descalificación, como clamaron algunos, sino una fuerte deducción de puntos –y no sumó los correspondientes a la realización del salto que correspondía-.
Pero Bonaly, además de rebelde, fue muy lista: el código indica que todo salto ha de ser aterrizado en un solo filo (un patín, no los dos a la vez) para poder ser puntuados. Hasta entonces, los saltos hacia atrás se realizaban únicamente en exhibiciones (y en alguna competición, fuera del reglamento, en estos casos) aterrizándolos en los dos patines a la vez. Surya lo hizo en uno solo patín, siendo –hasta el momento- la única patinadora, hombre o mujer, que ha conseguido tal logro (hay otros tres que lo han realizado, todos hombres, pero sobre los dos patines). Es decir, la patinadora francesa estaba desafiando a los jueces a “legalizar” su salto. Sin embargo, predominó la premisa de que era demasiado peligroso y, por ello, le realizaron una deducción de puntos.
La impulsiva decisión de Bonaly no vino de la nada. Ella ya había dado muestras de rebeldía. Como cuando se negó a subir al podio y se quitó la medalla de plata del Mundial de 1994, provocando el abucheo del público. Bonaly siempre afirmó ser una víctima del racismo, el cual le impedía subir a lo más alto (fue tres veces plata en Mundiales, pero cinco veces oro en Europeos). Sí que es cierto que fue generalmente criticada por jueces y periodistas por su estilo inusual, alejado del clasicismo y gracilidad femeninos de sus contendientes.
Su rebeldía se mostraba también en su negativa a ponerse medias cuando patinaba –para disgusto de la FIS-, en usar músicas poco convencionales –como las de las Spice Girls- y una ropa nada clásica. Su propio origen fue polémico, pues aunque nacida en Niza su círculo se inventó que provenía de la isla de Reunión para “añadir exotismo” a su biografía. Tres veces olímpica – en Albertville, Lillehammer y Nagano- esta ex gimnasta no superó un cuarto puesto olímpico pero ha quedado en todas las videotecas protagonizando uno de los momentos más bizarros y osados de unos Juegos Olímpicos, como podéis ver en este enlance: