MARIA KOMISSAROVA, EJEMPLO DE FUERZA DE VOLUNTAD
La esquiadora rusa de freestyle Maria Komissarova se presentaba a los Juegos “de casa” en Sochi como “la cara del freestyle ruso”. Al fin y al cabo había sido la primera rusa en ganar una medalla en este deporte en la Copa del Mundo. Había grandes y fundadas esperanzas para que consiguiera una medalla –quién sabe si incluso de oro- en las pistas de Rosa Khutor. Pistas que ya habían sido calificadas de peligrosas por los propios deportistas, sucediéndose varios incidentes, el mayor de los cuales tuvo a Komissarova de triste protagonista.
Durante un entrenamiento el 15 de febrero de 2014 (Maria competiría el día 21) la esquiadora local cayó, sufriendo una dislocación y fractura de su decimosegunda vértebra y, lo que es peor, afectando a la médula espinal. Ahí comenzó un calvario para Maria que aún no ha acabado. Fue operada de urgencia en el propio Sochi; una intervención que duró seis horas y media, en la que llegó a serle insertada una placa de metal en su espalda. Vladimir Putin acudió a verla en la cama del hospital local, colgándose las medallas (las que no podría ella en competición) via fotos distribuidas mundialmente. Al día siguiente se decidió su traslado a Múnich, siendo operada allí el 17 de febrero.
Con su viaje médico a Alemania empezó la recaudación de fondos para costear los altos gastos. Si Komissarova no tenía suficiente con intentar rehabilitarse (se llegó incluso a temer por su vida en un primer momento) ha tenido que llevar también el peso de la campaña de recogida de fondos para financiar su tratamiento.
En un principio la Federación Rusa de Freestyle se hizo cargo de todo, llegando a recaudar 300.000 euros. Otras instituciones, como el gobernador de San Petersburgo -de donde es originaria la deportista- le proporcionaron una casa supuestamente habilitada para vivir en silla de ruedas…pero situada en un primer piso sin ascensor y adonde hay que acceder sorteando escaleras. También recibe otras ayudas en forma de pensión que le permitirían vivir el día a día, pero no costearse el tratamiento para su rehabilitación.
La esquiadora decidió marcharse de la clínica alemana, donde se le estaba enseñando para adaptarse a una vida en silla de ruedas, para cambiar radicalmente su tratamiento, esta vez en la clínica marbellí del doctor Evgeni Blum, donde se la trata con el objetivo de volver a andar. Cuando ya habían asegurado que quedaría paralítica de por vida Maria no se rindió. Eso sí, descartado totalmente una vuelta a la vida deportiva.
El tratamiento que está realizando dura un año, empezado en abril de 2014. Durísimo, seguramente mucho más que los entrenamientos que ya sufría como deportista de alto nivel. La rusa “entrena” cada día, de seis a siete horas. Llega a estar en un moderno aparato de última generación para aprender a andar dos horas seguidas sin descanso. Su empeño y concentración es tal que ha dejado hobbies como la costura porque dedica toda su mente a la rehabilitación y no admite distracción alguna.
Pero el mayor problema de Maria es conseguir alcanzar la cifra necesaria para su tratamiento en la clínica de Blum. En la página web que ha creado para este fin (www.maria-komissarova.com) especifica -documentándolo con vídeos de su evolución- que se han conseguido ya 431.843 dólares, necesitando aún 300.000, ya que los costes son enormes. La atleta desglosa cada uno de los dólares necesitados.
Con esta fuerza de voluntad y capacidad mental y física es muy probable que Komissarova, nacida en 1990, hubiera podido llegar muy lejos en el mundo del deporte. Ya desde un primer momento declaró: “Soy fuerte y sé que algún día volveré a caminar”, añadiendo “Toda mi vida he luchado en el deporte. No me rendiré. No soy una víctima. Mientras tenga fuerza, lucharé y trabajaré cada día hasta que camine de nuevo. Mi único objetivo es recuperarme”. Un ejemplo sin duda de superación y de que los deportistas están hechos de otra pasta.