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ALBERTO TOMBA: UNA BOMBA DENTRO Y FUERA DE LAS PISTAS DE ESQUÍ

Nada hacía presagiar que un urbanita, originario de una localidad a cientos de kilómetros de la estación de montaña más cercana, se convirtiera en uno de los mayores –si no el que más- esquiadores de la historia olímpica. Alberto Tomba siempre fue visto con mal ojo por sus orígenes de familia más que acomodada. Comparado con esos esforzados montañeses el pijo de Alberto parecía superarles a todos por unas cualidades innatas y un estilo agresivo que le hizo ganarles a todos los que vivían desde niños rodeados de nieve.

Cuando salía a la pista Tomba, los seguidores contenían la respiración, pues arriesgaba siempre. No se conformaba con segundos puestos y el celebrarse sus pruebas (slalom especial y gigante) a dos mangas favorecía la tensión hasta el final. Como aquella ocasión en los Juegos de Lillehammer, en la que acabó en 12ª posición tras la primera manga del slalom y acabó ganando la plata. Con Tomba estaba asegurada la lucha hasta el final.

Se decía que tenía una particular sensibilidad y talento para el esquí. Su aspecto físico –con claro sobrepeso- pasó a un segundo plano ante su potencia natural y su olfato para anticiparse siempre ante las puertas. Su técnica era infalible. En una época –no tan lejana- en la que los esquíes eran más largos y rectos que los actuales y, por tanto, menos indicados para gestionar las curvas, el italiano se convirtió en un auténtico “domador” de sus esquíes. Su estilo era más bello que la velocidad que se imprime hoy con los nuevos esquíes más cortos y curvados. En cualquier caso siempre era adrenalina pura seguir una carrera del gran Alberto.

Tomba consiguió interrumpir la transmisión del Festival de San Remo en la RAI durante los Juegos de Calgary, sus Juegos, los Juegos en los que se coronaría como el rey. Donde, también, aparte de mostrar “sus poderes” en pista (ganó en las dos pruebas en las que participó) intentó hacerlo fuera de ella y ligarse a la otra reina, la patinadora alemana Katarina Witt. Esta vez sus intentos fueron vanos, pero su carácter mujeriego no se desprendería de él nunca.

La polémica le persiguió siempre. Capaz de saltarse todas las normas de circulación porque yo lo valgo y tengo dinero de sobra para pagar las multas y de agredir en varias ocasiones a periodistas, su momento más bajo fue cuando, investigado por la Hacienda italiana, tuvo al final que pagar en su día 640 millones de las entonces pesetas por deuda fiscal. Pero, junto a ello, Alberto también se dedicó en cuerpo y alma a la tarea de promover el esquí entre la infancia, destacando en campañas para la difusión de los valores deportivos.

Tras su retirada quiso dar el bombazo en el cine, protagonizando un film (“Alex, l´ariete”), pero éste fracasó estrepitosamente. Su popularidad no bajó en numerosas apariciones televisivas y se concentró en promocionar campeonatos del mundo de esquí y candidaturas a organizar Juegos Olímpicos. Ha trabajado por ello para varias ciudades, cobrando jugosos dividendos. Se le llegó a llamar “el hombre de los mil millones (de pesetas) al año”. Continuaba así con un nivel de vida del que había disfrutado desde su infancia.

Pero juzgar al con razón denominado La Bomba por su trayectoria fuera de la pista sería injusto. Aparte de promocionar grandemente el deporte del esquí en su país, su personalidad arrolladora y su capacidad agonística atrajo a espectadores de todo el mundo para ver sus carreras, en las que siempre estaba asegurada la lucha y la emoción hasta el final. Su estilo agresivo –arriesgando siempre al máximo, pegado a los postes trazando precisas curvas- sólo pudo ser imitado en todo caso por otro grande: Hermann Maier, pero Tomba ha sido el esquiador olímpico más laureado de la historia, siendo el único esquiador que ha recibido la Medalla al Mérito Olímpico.

Fue el rey del deporte invernal por excelencia desde 1986 a 1998. Primer atleta en vencer en la misma especialidad de esquí alpino (en su caso, slalom gigante) en dos ediciones consecutivas – Calgary 88 y Albertville 92-. Acumuló un total de cinco medallas olímpicas en tres JJ.OO. (Calgary, Albertville y Lillehammer): tres oros y dos platas. Entre otros méritos tiene el de ganar la Copa del Mundo absoluta de 1995 ¡participando sólo en dos pruebas (sus especialidades)!, es decir, dejando de puntuar en las de velocidad. Tal era su dominio en las pruebas técnicas. Tomba la Bomba ha dejado un hueco en los aficionados –especialmente los italianos- que aún no ha llenado ningún otro esquiador.

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