GUS KENWORTHY O CÓMO LOS JUEGOS OLÍMPICOS SALVARON A PERROS EN SOCHI
El esquiador estadounidense Gus Kenworthy acudió a Sochi para competir en las pruebas de slopestyle, recién introducidas en el calendario olímpico. Él, que había sido la primera persona en introducir el salto de triple cork en competición, salió de los Juegos con una medalla de plata y la atención mundial, aunque no por su maestría volando sobre la nieve.
Estando en la ciudad rusa quedó impresionado por la gran cantidad de perros abandonados pululando por las calles de la ciudad. Su primera medida fue publicar en su cuenta de Twitter las fotos de los perros callejeros. A continuación, llevó a varios a vacunar al veterinario y, finalmente, se decidió a llevarse a unos cuantos a su casa en Estados Unidos.
Su medida atrajo la atención mundial, primero de otros participantes de los Juegos de Sochi y luego de la asociación Humane Society International (HSI) que se sumó a la iniciativa del esquiador norteamericano y adoptó a su vez a diez perros, cosa que hicieron también otros atletas desplazados a la ciudad rusa para competir.
Kenworthy llegó a acoger a toda una familia: una madre y sus cuatro cachorros, pero los largos trámites para su traslado a Estados Unidos hicieron que uno de ellos muriera antes del viaje y otro lo hiciera al poco de llegar a Nueva York. Sin embargo, Mama y sus hijos Jake y Mishka viven ahora felices en las montañas americanas, así como los perros adoptados por la HSI. Con eso y con todo, más relieve tuvo la llamada en sí de atención al mundo sobre las condiciones de estos animales en Rusia. Los datos de que en torno a 4.000 perros callejeros fueron asesinados por los funcionarios rusos en Sochi son escalofriantes. El toque de atención de Kenworthy hizo que el magnate ruso Oleg Deripaska creara un refugio para los perros abandonados de Sochi. El ejemplo también cundió en otros locales, como el empresario retirado Ivan Airapetian y otros muchos que quedaron tocados por los cuidados que hacía diariamente el joven Gus en plena competición en Sochi intentando alimentar y vacunar a los perros que veía abandonados.
Los Juegos Olímpicos, en este caso, sirvieron para mostrar el lado humano de auténticos campeones que han pasado a la memoria colectiva más por sus iniciativas solidarias que por sus logros deportivos. El deporte también está para estas cosas. Gus Kenworthy irá asociando de por vida más al término “cachorros olímpicos” que al de su propia medalla.
Actualización: Gus Kenworthy siguió su cruzada para salvar perros durante los Juegos Olímpicos de Pyeongchang, donde salvó a uno de una granja destinada a carne procedente de perros.