LOS “NUEVOS” JUEGOS OLÍMPICOS
El COI le ha debido de verle las orejas al lobo tras la retirada de numerosas –y las más fuertes- candidaturas para organizar JJ.OO., destacando las de todas las ciudades europeas –hasta cinco- que lo han hecho para los Juegos de Invierno de 2022. Las ciudades con más posibilidades de organizarlos han clamado contra las absurdas exigencias del organismo que las otorga. Ello, sumado al de otros chascos como el de Madrid (tres intentos seguidos estériles) han hecho que el COI recapacite y haya decidido realizar algunos cambios que supondrán un antes y un después en la decisión de las ciudades para organizar unos Juegos.
En una reunión celebrada al más alto nivel recientemente han dado con numerosas decisiones puestas negro sobre blanco en un extenso informe del que destacamos las siguientes propuestas:
El COI cargará con parte del peso del coste de una candidatura (especialmente en las visitas de la comisión de evaluación). Trabajará codo con codo con las ciudades candidatas, aconsejándolas. Para que ahorren las ciudades se promoverá el máximo uso de las instalaciones ya existentes, así como las de uso temporal. Es decir, se evitarán los enormes gastos que supone la creación de nuevas instalaciones. Este aspecto en concreto habría jugado muy a favor de la candidatura madrileña, que ya poseía del 80% de las instalaciones.
Otro aspecto a destacar es que, de acuerdo con esta declaración de intenciones, habrá una mayor transparencia en el propio COI y en la elección de la ciudad sede de unos Juegos, con la publicación del contrato de la ciudad, discusiones grabadas durante la comisión de evaluación, así como un informe anual financiero del COI que se hará público.
En relación a la transparencia el COI quiere, al menos aparentemente, luchar de una vez por todas contra la corrupción, así como el dopaje, en el deporte y en todo lo que lo envuelve, coordinándose para ello con los organizadores de otros eventos deportivos, incluyendo ligas profesionales. En este sentido, el COI aspira asimismo a contar en sus Juegos con los mejores atletas del planeta y, por otra parte, esa cooperación daría como fruto la organización de grandes eventos deportivos mundiales en las ciudades que ya han sido sede de JJ.OO. DESPUÉS de los mismos, para que siga el uso de sus instalaciones deportivas.
La reducción del coste de las candidaturas, otro gran objetivo, se centra en la sostenibilidad en todos los aspectos. Es la nueva gran meta del COI. Se pretende reducir de una vez el impacto de las emisiones de carbono, comenzando con la sede de Lausana. En este aspecto, candidaturas como las de Pekín (para los Juegos de Invierno de 2022) deberían ser desechadas ya de antemano.
Los “nuevos” Juegos Olímpicos producirán un cambio más radical que el que pensamos, pues se pretende limitar el número tanto de atletas como de acreditados pero, sobre todo, el que haya mayores deportes representados. ¿Cómo se consigue este difícil binomio? Limitando el número de pruebas. Es decir, habrán de desaparecer pruebas ya existentes para dar entrada a nuevos deportes. Se abre el abanico limitándolo paralelamente. También se quiere apoyar la creación de un mayor número de pruebas mixtas (es decir: en las que participen a la vez hombres y mujeres), tendencia muy en boga últimamente.
Tras los problemas en Sochi respecto a la discriminación por orientación sexual, el COI ha tomado nota y refuerza la igualdad en todos los aspectos, incluyendo un aceleramiento en la igualdad de género y reforzando el principio fundamental del olimpismo de no realizar absolutamente ninguna discriminación. Ello va paralelo con un programa con los atletas, voluntarios, jóvenes, etc. con el fin de robustecer la educación y subrayar el espíritu olímpico en las comunidades.
Las dificultades de Río 2016 también han llevado al COI a tomar una decisión drástica: se podrán celebrar pruebas olímpicas FUERA DEL PAÍS organizador de los Juegos.
Finalmente, se creará un canal televisivo olímpico, aunque está aún por ver detalladamente en su final realización.
Las decisiones parecen ser positivas, mejorando aspectos que lacraban la organización y desarrollo de los Juegos. Estaba claro que eran necesarios unos cambios que, posiblemente, han llegado tardíamente para el sueño olímpico de la candidatura madrileña.