¿NOS ENGAÑARON COMO A CHINOS?
Durante muchos años esa gran y populosa nación como es China no había ni aparecido en el panorama deportivo mundial, mucho menos podía considerarse una gran potencia. Su explosión llegó de una forma repentina y brutal, en casi todos los deportes. Bien para prepararse para unos Juegos que se realizarían en casa –Pekín 2008-, bien para demostrar “algo” al mundo, el himno chino no ha parado de sonar desde que empezó a participar ¡¡hace sólo ocho ediciones!! En ellas ha logrado ya la friolera de 475 medallas, de las que casi la mitad son de oro. Sólo en Pekín redondearon su participación con cien preseas. Eso en cuanto a los Juegos de verano, porque en los de invierno pasaron de un rosco en sus tres primeras apariciones a once medallas en las dos últimas, que no está nada mal para no ser un país con tradición en ese tipo de deportes.
Sobre la formación de sus deportistas habría mucho que hablar, sobre todo en cuanto a trato de los niños componentes de los equipos nacionales e incluso la pobreza en la que acaban algunos de sus multimedallistas, pero hoy nos encargaremos –muy someramente- de la sospecha de dopaje.
Esa sombra de sospecha no podrá quitarse nunca. Resulta cuanto menos inverosímil el número de medallistas tanto en atletismo como en natación (curiosamente en la categoría femenina en ambos casos) difícil de explicar. Centrándonos en la natación refrescaré el escándalo de los Campeonatos Mundiales de Roma 1994, cuando las nadadoras chinas ganaron 12 de los 16 oros en juego. Ese mismo año se confirmaron las sospechas, pues siete de esas nadadoras resultaron positivas en los Juegos Asiáticos disputados en Hiroshima. Habían tomado un anabolizante (el DHT) imposible de detectar hasta ese campeonato. A raíz de los Juegos de Hiroshima remeros, atletas, halteras, además de nadadores, fueron “cazados” y sancionados. China quiso entonces demostrar al mundo que jugaba limpio y se dedicó a suspender incluso a nueve entrenadores. Pero las trampas volvieron. En el Mundial de natación de Perth de 1998 la subcampeona mundial de 200 m braza Yuan Yuan fue pillada en un control aduanero en el aeropuerto de Sidney con trece frascos de la hormona del crecimiento y, como remate, varias compañeras suyas dieron positivo en la competición. Y así la lista continúa en otras pruebas.
Cuando ya parecía que el asunto estaba calmado y no se oían más casos de positivos (lo que no significa que no exista dopaje, sino que no ha podido ser detectado aún) los últimos Juegos Olímpicos vivieron un caso cuanto menos intrigante: la nadadora de 16 años Ye Shiwen no solo bate el récord mundial de 400m estilos, sino que lo hace con una posta más rápida que la del recórdman mundial ¡¡masculino!! en posesión de Ryan Lochte. Es decir, Shiwen, una niña de 16 años de 1,72 de altura habría ganado a un hombre de 27 años y 1,88. Los centímetros de diferencia no es cuestión baladí porque suponen la amplitud de la brazada. Incluso el presidente de la Asociación Mundial de Técnicos de Natación, John Leonard, calificó de “inverosímil” el tiempo de la china. Más inquietante es que de aquella joven nunca más se supo desde esa prueba. No ha participado en más pruebas. ¿Su marca fue fruto, como alegó ella de una “política de entrenamiento científico” o lo científico estaba en los estimulantes que podría haber consumido?