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JESÚS ROLLÁN: LA VIDA NO TAN MARAVILLOSA DE UN CAMPEÓN OLÍMPICO

Es triste escribir sobre una vida malograda en plena juventud. El que fuera portero de la selección española de waterpolo, Jesús Rollán, nos lastimó el corazón cuando una mañana de marzo de 2006 nos levantamos con la noticia de su suicidio. Pocos sabían de su estado, recluido en un balneario catalán para rehabilitarse de su depresión y consumo de estupefacientes -según cuenta su compañero Pedro García Aguado-, subvencionado por el Comité Olímpico Español que le facilitó participar en el programa  Tutoría para Deportistas. Pocos conocían su triste situación personal, separado de su mujer, con problemas para ver a su hija, en plena crisis personal, en fin.

Se retiró antes de tiempo por culpa de las malditas lesiones. ¿Quién podría sospechar que la sonrisa del waterpolo español, el “Guardián de la Piscina”, la cara amable del equipo que entrenaba Joan Jané acabara en una fuerte depresión tan grave como para quitarse la vida?.

Rollán no solo era considerado uno de los mejores porteros del mundo, ni tan siquiera era “sólo” un campeón olímpico (ganó el oro en Atlanta amén de la plata en Barcelona), Jesús era el mayor motivador de sus compañeros. Los que le conocieron en el mundo del waterpolo le definen como “la alegría de todos, la vitalidad personificada”. Pero tras su retirada después de los Juegos de Atenas motivada por su dolorosas  lesiones en la espalda y la rodilla entró en una espiral que le llevó a la muerte. Aunque fue uno de los primeros beneficiados de la ayuda psicológica y tratamiento médico costeados por el COE, le pudo la depresión.

¿Por qué un hombre que lo tenía todo cayó en la depresión más absoluta? Puede que el cambio de ser un ídolo del deporte, un ejemplo a seguir, un espejo al que mirar y todos esos topicazos de los líderes del deporte a ser un ciudadano más sea muy fuerte si no se está mentalmente preparado. Rollán, que nos parecía desde fuera de una arrolladora y simpática personalidad era en el fondo un cerebro débil, enfermo, al que no le costó mucho caer en la depresión.

Es triste que Jesús Rollán, que consiguió un palmarés envidiable desde ya los 18 años, que era el “coco” para los atacantes de las importantes selecciones como la húngara, la serbia o la del Settebello, sea protagonista del quizá único fallo que tuvo en su vida: quitarse la vida en un maldito momento de debilidad. (Por poner algo de humor en este lacrimógeno artículo habría que añadir que cometió un segundo fallo en su vida: presentar a la infanta Cristina a Iñaki Urdangarín. Otro gallo hubiera cantado…).

Reuters
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